Europa ante una encrucijada: necesidad de redefinir prioridades estratégicas

Europa ante una encrucijada: necesidad de redefinir prioridades estratégicas

Europa enfrenta una encrucijada crítica: crisis geopolítica, estancamiento económico y necesidad de aumentar gasto en defensa e innovación.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política

Europa se encuentra en una encrucijada crítica, marcada por un desmoronamiento del orden mundial que prevaleció desde 1945. Las advertencias del futuro canciller alemán, Friedrich Merz, resuenan con fuerza: "faltan cinco minutos para la medianoche". Esta afirmación refleja no solo una crisis geopolítica, sino también la necesidad urgente de que el continente reevalúe su enfoque en varios frentes, especialmente en lo que respecta a su autonomía estratégica. Tanto Merz como el presidente francés, Emmanuel Macron, han abogado por un cambio radical que implique un significativo aumento en el gasto en defensa, lo que será costoso y requerirá concesiones difíciles. En este contexto, la economía europea enfrenta desafíos alarmantes. El crecimiento es anémico, apenas superando el 1% per cápita, una situación que contrasta drásticamente con el auge de las décadas de 1960. Europa ha experimentado un estancamiento prolongado, con un tiempo de recuperación que parece extenderse a un ritmo desesperante. La población envejecida del continente también agrava la situación, aumentando los costos de salud y pensiones, mientras que el sistema educativo se tambalea tras las disrupciones provocadas por la pandemia. La inmigración, lejos de ser un motor de crecimiento, ha planteado desafíos tanto económicos como sociales, afectando la cohesión interna. La innovación, pilar fundamental del progreso, ha quedado estancada a pesar de que Europa gasta más en investigación que cualquier otra región del mundo, incluyendo a Estados Unidos y China. Ante este panorama, surge la pregunta: ¿cómo puede Europa recuperar su impulso? Los expertos apuntan a la necesidad de un cambio radical en las prioridades presupuestarias. Para rearmarse, se estima que Europa debería duplicar o incluso triplicar su gasto en defensa, lo cual representaría al menos 325.000 millones de euros adicionales al año. Al mismo tiempo, la Unión Europea ha fijado un objetivo de 170.000 millones de euros para impulsar la innovación, un reto que parece inalcanzable, dado que no se ha logrado durante 25 años. No obstante, si se lograra aumentar la innovación, podría generarse un crecimiento adicional de 800.000 millones de euros anuales en las próximas décadas. Las posibles soluciones son discutidas ampliamente, desde recortes en el Estado de bienestar hasta aumentos de impuestos, pasando por la opción de endeudarse. Sin embargo, el gasto social actual, que equivale al 30% del PIB de la Unión Europea, plantea un dilema complicado. Con la protección social ascendiendo a unos 3 billones de euros anuales y 1,5 billones destinados a pensiones, cualquier recorte o aumento tributario generará tensiones significativas. En medio de esta compleja situación, surge una alternativa que podría liberar recursos vitales: la reforma de la política climática de la UE. Actualmente, un tercio del presupuesto total de la UE se destina a políticas climáticas, una inversión que, para el año pasado, alcanzó 367.000 millones de euros en tecnologías como paneles solares y coches eléctricos. Esta suma podría ser fundamental para financiar las necesidades de defensa del continente. El elevado costo de la energía en Europa añade otra capa de complicación, limitando el crecimiento y reduciendo el margen para atender otras prioridades. Se estima que los gastos energéticos superan ya el 1% del PIB, y la tendencia indica que esta cifra podría ascender al 10,5% hacia 2050, lo que equivaldría a 3,3 billones de euros anuales. A pesar de los esfuerzos por combatir el cambio climático, los desafíos inmediatos que enfrenta Europa parecen ser de mayor urgencia y relevancia. A diferencia de lo que muchas narrativas sugieren, la realidad es que Europa no ha estado enfrentando un aumento proporcional en los daños climáticos. De hecho, desde 1995, las pérdidas por desastres naturales han disminuido significativamente. La tendencia muestra que las muertes por inundaciones han disminuido y las pérdidas financieras anuales se han reducido notablemente. Así, la reducción de emisiones, aunque necesaria, no debe ser el único enfoque y no generará cambios significativos en la temperatura global en el corto plazo. En este punto, Europa debe decidir si continuará persiguiendo una política de cero emisiones netas que podría llevarla a un camino de retroceso, o si optará por un enfoque más pragmático que combine la innovación y la inversión en sectores que realmente impulsen el crecimiento. Una propuesta más sensata podría incluir destinar 27.000 millones de euros a innovación ecológica, mientras que se reservan más de 300.000 millones de euros para inversiones en áreas críticas como defensa y desarrollo económico. A medida que Europa navega por estos desafíos, queda claro que la búsqueda de una política climática más inteligente podría no solo mitigar el cambio climático de forma efectiva, sino también liberar los recursos necesarios para revitalizar una economía en crisis. Con un enfoque renovado y estratégico, Europa tiene la oportunidad de reestructurarse, enfrentando no solo los retos inmediatos, sino también posicionándose como un líder en innovación y crecimiento sostenible en el futuro.

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